La ciclovía Insurgentes Sur es hoy una de las rutas más utilizadas por quienes pedalean en la Ciudad de México, aunque su historia inició como una respuesta rápida a un momento extraordinario. Lo que comenzó como un carril provisional se transformó en un eje ciclista fundamental para miles de personas que recorren diariamente una de las avenidas más activas de la capital. Su evolución demuestra cómo los hábitos urbanos pueden cambiar cuando existe infraestructura segura, visible y coherente con las necesidades de movilidad actual.
Ciclovía Insurgentes Sur una avenida que pedía un cambio
Insurgentes Sur siempre ha sido un corredor complejo: tráfico intenso, actividad laboral ininterrumpida, comercios en ambos lados de la vía y una demanda constante de transporte público. Antes del 2020, quien buscaba recorrer la avenida en bicicleta debía hacerlo entre cuatro carriles por sentido y prácticamente sin protección. A pesar de ser una vía larga, recta y estratégica, la falta de infraestructura ciclista limitaba por completo su uso cotidiano y hacía evidente la necesidad de una ruta como la ciclovía Insurgentes Sur en su forma actual.
La avenida ya había recibido intervenciones importantes: entre 2004 y 2008 se consolidó la Línea 1 del Metrobús, y en 2017–2018 se renovaron banquetas y espacios peatonales. Aun así, faltaba un carril seguro para bicicletas que equilibrara la movilidad y diera espacio a quienes elegían pedalear en este corredor.

El nacimiento de la ciclovía Insurgentes
El 31 de mayo de 2020 marcó un punto de quiebre. Con la reducción de viajes por la pandemia y la necesidad de contar con alternativas seguras al transporte público, la ciudad habilitó una ciclovía emergente sobre Insurgentes. En total se trazaron 40 km de infraestructura temporal, convirtiéndose en la ruta emergente más extensa del periodo y ofreciendo un primer acercamiento a lo que después sería la ciclovía Insurgentes Sur consolidada.
En esta etapa inicial se recurrió a señalamiento provisional, pintura de tránsito y delimitadores básicos que daban una protección funcional, aunque deficiente, para una avenida tan intensa. Estos elementos no generaban una separación clara ni continua del flujo motorizado. Con el aumento de ciclistas, la necesidad de fortalecer el corredor se volvió evidente.

Un crecimiento que lo cambió todo
Durante los primeros meses de operación, la ciclovía Insurgentes Sur mostró un aumento notable de ciclistas. Los aforos registraron un salto de 1,996 a 7,494 usuarios por hora pico entre abril y noviembre de 2021, un incremento del 275% que confirmó la utilidad del corredor incluso en momentos de reactivación económica.
La avenida comenzó a transformarse: más bicicletas, cruces más claros y una convivencia más predecible con el transporte público. Las encuestas reforzaron esta percepción:
- 95% de ciclistas apoyaba su permanencia.
- 73% de usuarios del Metrobús coincidía en que era necesaria.
- Entre comerciantes, muchos no reportaron afectaciones y algunos incluso percibieron mayor flujo de clientes.

La conversación dejó de cuestionar si debía mantenerse. La ciclovía Insurgentes Sur ya formaba parte natural del corredor.
El camino hacia la permanencia en Insurgentes Sur
Cuando la movilidad comenzó a normalizarse, la ciclovía siguió llena, lo que impulsó su transición hacia un corredor permanente. En 2021 se reforzó la infraestructura temporal para mejorar seguridad y continuidad, reemplazando los delimitadores básicos por canalizadores H7, que ofrecieron una separación más estable y visible. También se ajustaron cruces, señalamiento y geometrías para que el corredor funcionara mejor con el flujo diario de la avenida.
Para 2022, la ruta quedó inaugurada como infraestructura permanente, con 28.5 kilómetros protegidos y materiales pensados para operar a largo plazo. La ciclovía trazó un corredor continuo por Gustavo A. Madero, Cuauhtémoc, Benito Juárez y Coyoacán, convirtiéndose en un conector norte–sur esencial en una avenida que antes estaba dominada por el automóvil y el transporte masivo.

Una nueva forma de recorrer Insurgentes
La reducción de carriles vehiculares —de cuatro por sentido a dos— permitió incorporar un carril exclusivo del Metrobús y una ciclovía segregada que transformó por completo la dinámica de la avenida. Esta reorganización equilibró el espacio vial y creó un entorno más accesible para peatones y ciclistas.
La ciclovía Insurgentes Sur también se integró con otros corredores ciclistas importantes como Reforma, Chapultepec, Medellín, Álvaro Obregón y los trayectos del trolebici. Gracias a estas conexiones, la ruta se volvió funcional para trayectos largos y para la movilidad multimodal, combinando bicicleta con Metrobús en estaciones como Félix Cuevas, Nuevo León o La Piedad.
Un impacto urbano que se siente
El área de influencia de esta intervención abarca a más de 343,000 residentes. Además, se intervinieron más de 14,000 metros lineales del corredor, mejorando accesos peatonales, seguridad vial y la interacción diaria entre usuarios.
La presencia constante de ciclistas aumentó la actividad urbana, fortaleció la percepción de seguridad y generó un ambiente más dinámico en la avenida. La ciclovía Insurgentes Sur se consolidó como una herramienta clave que facilita el movimiento y revitaliza el corredor.

Una ruta que inspira cambios en otras ciudades
La experiencia de este corredor ha generado interés en otras ciudades. En Guadalajara, el análisis de la ciclovía Javier Mina muestra cómo un corredor bien diseñado reorganiza el flujo urbano y mejora los trayectos cotidianos.
A nivel regional, el libro digital publicado en Ciclovías.org recopila buenas prácticas de rutas que, como la ciclovía Insurgentes Sur, iniciaron como intervenciones tácticas y evolucionaron hacia redes permanentes.
Una transformación que llegó para quedarse
La ciclovía Insurgentes Sur representa un cambio profundo en la forma de moverse por la ciudad. No nació como un gran proyecto, sino como una solución urgente que demostró su valor en la práctica diaria. Hoy es una infraestructura indispensable que facilita trayectos, conecta barrios y transforma una de las avenidas más importantes de México.
Su historia confirma que cuando existen seguridad, visibilidad y continuidad, la bicicleta no es alternativa: es una respuesta real para la movilidad urbana.



